domingo, 18 de enero de 2015

Capítulo I y II escuela inclusiva y discapacidad intelectual

ANTECEDENTES DE LA FUNCIÓN DEL MAESTRO DE APOYO

Hasta antes de la década de los setentas, los maestros eran especialistas en deficiencia mental que trabajaban en las Escuelas de Educación Especial. Estas escuelas eran el antecedente de lo que hoy son los Centros de Atención Múltiple (CAM). A ellas asistían por norma, alumnos con deficiencia mental; aunque también se recibían niños con un coeficiente intelectual (CI) de limítrofe o normal bajo que no eran aceptados en la escuela regular. El énfasis en la enseñanza estaba centrado en el desarrollo de actividades funcionales o actividades de la vida diaria, como bañarse, vestirse, comer, y en las actividades ocupacionales, incluso se sugería que desde la primaria se entrenaran en un oficio.

A los niños que tenían discapacidad más grave no se les inscribía en las escuelas de educación especial y eran atendidos por la familia con algo que se llamaba Programa de Casa elaborado por personal de estas escuelas. A finales de la década de los setentas iniciaron los Grupos Integrados, cuyo objetivo era dar atención a los alumnos con problemas de aprendizaje dentro de su misma escuela, pero agrupados en el aula especial, asistiendo toda la jornada escolar con un maestro especializado por lo regular en problemas de aprendizaje. Al grupo integrado asistían niños “normales” repetidores de primer grado, que presentaban problemas en el aprendizaje de la lengua escrita o matemáticas. Estos alumnos podían permanecer en el grupo integrado dos o tres años antes de ser promovidos a segundo grado.

El trabajo pedagógico de los grupos integrados inició con un enfoque de la lengua escrita basado en el Método Global de Análisis Estructural” que era el que utilizaba el sistema educativo nacional para enseñar a leer y escribir a los alumnos. Bajo esta metodología se trabajaba un material elaborado ex profeso para los alumnos de grupo integrado al que se le conocía como “Cuadernillo Monterrey”. A los pocos años se incorporaron las propuestas de construcción de la lengua escrita y de las matemáticas, ambas sustentadas en el constructivismo. Comenzó entonces a darse más importancia al alumno y a su proceso para construir el conocimiento, destacando la necesidad de abordar los contenidos a partir de actividades contextualizadas en las que se descalificaban las prácticas mecánicas y repetitivas. Estos elementos el día de hoy forman parte del trabajo para el desarrollo de competencias que postula la Educación Básica.

FORTALEZAS Y DEBILIDADES DE LOS MAESTROS DE APOYO, HOY

A partir de la creación de las USAER ha habido muchos avances en la atención de los alumnos que requieren de los servicios de educación especial. Estos logros se pueden valorar cualitativa y cuantitativamente si se da una mirada retrospectiva al papel que la educación especial ha venido desempeñado dentro de las escuelas de Educación Básica.
Los avances, aunque son muy grandes y altamente significativos, no son absolutos, están matizados con debilidades que hay que superar. Actualmente la mayoría de los maestros de apoyo tratan por todos los medios de dar satisfacción a las NEE de los alumnos, a diferencia de las etapas anteriores donde el objetivo era superar el atraso escolar. Desafortunadamente todavía hay quienes se dedican más

En los últimos años se ha incorporado en el quehacer de los maestros de apoyo la atención a los alumnos que presentan necesidades educativas especiales asociadas con aptitudes sobresalientes. Esto es sumamente positivo, ya que por muchos años se había dejado fuera esta población tan prometedora para su propio desarrollo como para el futuro de nuestra sociedad.

En etapas anteriores a la creación de las USAER, e incluso en los primeros años de este servicio, aun cuando los alumnos formaban parte de su grupo regular y compartirán el mismo currículo, no había relación entre los maestros de apoyo y de educación regular.

El maestro de apoyo sacaba a los alumnos del salón, se los llevaba al aula de apoyo, trabajaba con ellos sin darle cuenta al maestro de grupo y mucho menos trabajar en colaboración. Hoy en día, el trabajo colaborativo se lleva a cabo en la mayoría las escuelas donde participa la USAER. Las características personales, ya sea del maestro regular o del maestro de apoyo, en ocasiones hacen difícil esta tarea, pero a pesar de ello el esfuerzo por trabajar en colaboración sigue adelante.

LO QUE HACEN ACTUALMENTE LOS MAESTROS DE APOYO

En la mayoría de las escuelas donde se presta el servicio de USAER, los maestros de apoyo son considerados como elementos fundamentales en la dinámica general de la institución. Ellos son el catalizador, tanto de las demandas del alumnado con NEE, como de los maestros del aula que necesitan hacer frente a las mismas. Son y deben ser los que organizan, dinamizan y gestionan la atención a la diversidad con el personal de educación regular y especial. Ellos realizan múltiples funciones: escuchan las quejas y peticiones de los maestros respecto a los alumnos que no aprenden o no saben comportarse; trabajan directamente con los que tienen grandes diferencias en la adquisición de los contenidos curriculares en comparación al grupo; canalizan al equipo de apoyo las necesidades detectadas con los alumnos que presentan necesidades educativas especiales. Algunos trabajan dentro del aula regular manejando los mismos contenidos que el maestro de grupo. En ocasiones hacen funciones que nada tienen que ver con su tarea, como poner bailables, poesías corales, suplir grupos cuando no está el maestro, pero por suerte son pocos los que realizan este último tipo de actividades.

Dentro de esta amplia gama de actividades hay un punto que todos tienen en común: trabajan en pequeños grupos con los alumnos que presentan necesidades educativas especiales particularmente con quienes se encuentran muy por debajo del grupo en la adquisición de contenidos curriculares.

HACIA DÓNDE VA EL TRABAJO DE LOS MAESTROS DE APOYO

El sistema educativo mexicano, al igual que el de otros países de Europa y de América
Latina, tiene el día de hoy la misión de formar ciudadanos autónomos y competentes para hacer frente a las exigencias de los diferentes contextos de su vida en un mundo globalizado.

Como una de las estrategias para cumplir con tal misión, la Secretaría de Educación Pública organizó el currículo de la Educación Básica en torno al trabajo para el desarrollo de competencias. Estas se definen como un conjunto complejo de conocimientos, habilidades, actitudes, valores, emociones y motivaciones que las personas o los grupos ponen en acción en un contexto concreto para hacer frente a las demandas peculiares de cada situación. Las competencias también pueden entenderse como aquellos aprendizajes que se consideran imprescindibles, desde un planteamiento integrador y movilizador para la aplicación de los saberes adquiridos. Se espera que al egresar de la Educación Básica, los y las jóvenes deben haber desarrollado las competencias fundamentales para su realización personal, para ejercer la ciudadanía activa, incorporarse a la vida adulta de manera satisfactoria y ser capaces de desarrollar un aprendizaje permanente a lo largo de la vida.

Esta orientación inclusiva queda muy clara en los programas de los tres niveles educativos, de preescolar, primaria y secundaria, cuando se describe uno de los principios pedagógicos que sustentan el Plan de Estudios 2011,
“Favorecer la inclusión para atender a la diversidad”. Al introducir este principio se asume que las escuelas de educación básica son incluyentes y a ellas pueden ingresar todos, sin importar características como la religión, la discapacidad, la orientación sexual, etc. A partir de estos planteamientos todos los niños y adolescentes sea cual sea su condición ingresan por derecho propio, no como un favor que la escuela le hace a la USAER o a determinados alumnos.

En este nuevo currículo se plantean cinco competencias básicas llamadas competencias para la vida, como guía orientadora: competencia para el aprendizaje permanente, competencia para el manejo de la información, competencia para el manejo de situaciones, competencia para la convivencia y competencia para la vida en sociedad. A la luz de estas cinco competencias los maestros de apoyo tendrán que decidir qué deben enseñar a los alumnos con necesidades educativas especiales, qué prácticas son las más conducentes y cuáles tendrán que modificar o eliminar.

EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE DISCAPACIDAD INTELECTUAL

La definición constitutiva de la discapacidad intelectual no pretende marcar los límites para determinar qué personas pertenecen a esa categoría; sino explicar el origen de la discapacidad de una persona que vive en un espacio y tiempo determinado; conocer el funcionamiento humano de un individuo en todas las dimensiones personales; y sobretodo, delimitar los apoyos que requiere para adaptarse al medio y responder a las exigencias que se le presentan en cada momento.

Por muchos años se consideró la condición de discapacidad intelectual, antes llamada deficiencia mental, como caracterizada por limitaciones fijas y permanentes que acompañaban a la persona a lo largo de su vida. Esta creencia permeó todos los ambientes, incluyendo la educación. Las consecuencias de esta forma de concebirla, fueron segregación, sobreprotección, lástima, y en el ámbito educativo, centrar las expectativas en el desarrollo de destrezas para bañarse, vestirse o comer solos, porque no eran capaces de lograr aprendizajes que implicaran un mayor desarrollo cognitivo y social. La falta de apoyos en todas las áreas de su desarrollo, trajo consigo la confirmación de que realmente su condición de discapacidad no podía cambiar bajo el enfoque socio ecológico sabemos ahora, que las personas con discapacidad intelectual son capaces de aprender todo lo que necesitan para adaptarse socialmente, no sólo en habilidades de la vida diaria, sino en el manejo de conceptos, habilidades sociales para convivir con los demás e incluso pueden lograr un nivel aceptable de pensamiento abstracto. Las dificultades o las posibilidades no dependen solamente de sus características, sino de éstas en interacción con los apoyos que reciben del medio.


Por lo tanto esta discapacidad es cambiante dependiendo de dos variables: las fortalezas y debilidades de la persona y los apoyos con que cuenta. Así en esta interacción, es posible que un alumno con discapacidad leve pueda salir de ella, y si es más grave, hacerse más funcional. Aunque también está sujeta a que ocurra lo contrario cuando los apoyos de que dispone en su ambiente no son suficientes o adecuados.

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